Opinión
Lasarte a la Selección: la versión 3.0 de Nelson Acosta
Por: Luis Casanova, periodista
Uruguay es potencia futbolística. Parece mentira tomando en cuenta su irrelevancia económica, política y social que tiene ese país, aunque gracias a Pepe Mujica pasaron a ser una nación al menos simpática, pintoresca y tolerante.
Eternamente ninguneados por sus vecinos argentinos, los uruguayos se dan el lujo de tener el mismo número de mundiales que la selección albiceleste, además de innumerables Copas Américas y gloriosos recuerdos futboleros provenientes de ese mito denominado “garra charrúa”.
De ahí viene Martín Lasarte, nuevo DT de la Selección Chilena y quien goza de un nutrido historial que lo une con nuestro país. De hecho, ganó con Nacional de Montevideo la Copa Libertadores el ‘88, eliminando a la UC que venía de campeonar con autoridad el ’87, y la posterior Copa Intercontinental. Intentó, sin éxito, devolver la mano en la banca cruzada, aunque la performance en la Copa Sudamericana de 2012 (donde llegó a semifinales) en algo ayudó a amainar la furia que generó el cúmulo de segundos lugares que totalizó en tiempo récord.
Su revancha llegó en la “U”, donde sí pudo gritar campeón. Quizás por eso buena parte del periodismo deportivo respaldó su llegada, por su condición de hinchas del cuadro azul.
Sin perjuicio de este detalle anecdótico, resulta hasta patético pensar que un entrenador uruguayo, por definición defensivo, pueda elevar el estándar de juego de quien acaba de partir, el colombiano Reinaldo Rueda, que, dicho sea de paso, se tenía que ir sí o sí porque no estaba aportando nada, ni fútbol ni ilusión.
En tal sentido, el arribo de Lasarte se asemeja a la llegada de Nelson Acosta tras el estruendoso fracaso del español Xavier Azkargorta. El también uruguayo no estaba obligado a nada, pero al menos daba esa certeza de que al lateral lo ponía de lateral y al volante de volante y de que de cuando en cuando atinaba con alguna sorpresa del estilo Chiqui Chavarría, Miguel Ponce, Wilson Contreras y Claudio Bravo.
Acosta era ratón y tenía claras sus limitaciones, eso todos lo sabían. Por lo mismo, parecía más chileno que uruguayo. Nos llevó al Mundial de Francia ’98 por diferencia de gol y pasó a segunda ronda sin ganar ni un solo partido. Era claro que ese era su techo, porque después llegó Bielsa y todo cambió para siempre.
Con Lasarte pasa lo mismo. Es una solución parche. Si llega al Mundial, bien. Y si no, bien también. La generación dorada está quemando sus últimos cartuchos y el famoso recambio del que nadie se hizo cargo, ni Sampaoli, ni Pizzi, ni Rueda (aunque este último al menos probó jugadores), ya no fue. Por lo tanto, veremos a los mismos de siempre, más algunos cruzados y de los otros, sumado a un esquema de ocho defensas y dos atacantes. Si nos van a ganar, que cueste. Y si ganamos, será por poco.