Por: Danilo Leiva
Para Colo Colo el 2020 ha sido un año para el olvido. Con un inicio auspicioso tras levantar la duodécima Copa Chile en Temuco ante su archirrival Universidad de Chile el pasado 22 de enero, el Cacique no lo ha pasado nada de bien durante los ocho meses siguientes.
En lo deportivo el rendimiento no ha sido el mejor. De los 25 partidos jugados en el Campeonato Nacional solo ha obtenido seis triunfos, suma 12 derrotas y siete empates, números que lo mantienen último en la tabla de posiciones con 25 puntos.
Algo similar a la temporada 1988. En aquel entonces el equipo dirigido por Arturo Salah, en diez partidos fue derrotado en seis ocasiones y obtuvo cuatro empates, sin lograr triunfos.
En 2020, luego de la primera fecha y tras golear a Palestino por 3-0, el equipo se fue en picada y sufrió cuatro derrotas consecutivas ante Cobresal, Audax italiano, Universidad Católica y Curicó Unido. Resultados que terminaron por sacar de su puesto al técnico Mario Salas.
El receso deportivo a causa de la pandemia no terminó con los problemas en Colo Colo. En el mes de abril y luego de varias conversaciones entre el plantel de jugadores y los dirigentes la relación se quebraba por completo tras la negativa de los futbolistas a aceptar rebajas en sus salarios.
El 22 de abril la dirigencia acusaba el golpe por la inactividad y esgrimía razones de financiamiento. Aníbal Mosa presidente de la sociedad Blanco y Negro relataba así su sentir luego de no llegar a un acuerdo con los jugadores: “El plantel no juega un partido hace 40 días, 40 días que no entra un peso por borderó, y hay algunos que piensan que es justo, que se les pague el 100 por ciento, por eso mi enfado y mi tristeza”.
Además, indicó: “No fuimos capaces de convencer y hacer comprender que esta situación no la generamos nosotros. Es un día muy triste, nunca pensé que podíamos generar este quiebre. Los jugadores le dieron la espalda a su institución y nos hemos visto obligados a recurrir a la ley de protección de empleo”.
A diferencia de la mayoría de los clubes chilenos que, en época de pandemia, si llegaron a acuerdos entre dirigentes y jugadores, en Colo Colo no encontraron salida al conflicto que continuó abriendo heridas. Fue así como el plantel de jugadores respaldados por el Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup) acudió a la Dirección del Trabajo solicitando el pago de 22 días trabajados vía zoom en el mes de abril, siguiendo pautas de entrenamiento entregadas por el club.
Una última oportunidad, tuvieron ambas partes en el mes de mayo, cuando aceptaron una mediación, donde el club propuso devolver un 83% del dinero descontado en un plazo de tres años, algo que el plantel no aceptó. Tras esta situación Aníbal Mosa dio por cerrada las negociaciones, acusando de intransigencia y calificando de “extremas” las demandas de los jugadores.
Al respecto Gamadiel García, presidente del Sindicato de Futbolistas Profesionales señaló: “Ha sido una negociación complicada, donde los jugadores han puesto todo de su parte. La FIFA, el Sifup y la mayoría de los clubes han optado e insistido en el acuerdo conjunto. Ese siempre fue el camino, pero acá primaron otros intereses”.
Con este panorama continuó el tiempo de pandemia en Colo Colo. La relación entre los deportistas y la administración no existía, por lo mismo la preparación deportiva quedó suspendida, mientras la mayoría de los clubes chilenos realizaban entrenamientos periódicos, bajo pautas de trabajo establecidas por sus empleadores.
Los jugadores comenzaron a cobrar su sueldo en la AFC y aquello se repetiría por los próximos tres meses. La remuneración de los futbolistas comenzó a variar en orden decreciente, 70%, 55% y 45%, respectivamente.
Para la sociedad anónima Blanco y Negro tras haber enviado a los futbolistas a acogerse a la Ley de Protección del Empleo y que estos comenzaran a cobrar el seguro de cesantía, significó un ahorro de $ 500 millones de pesos aproximadamente, de una plantilla que en total cuesta $ 640 millones cada 30 días. Esto quedó reducido solo al pago de las cotizaciones y la seguridad social por parte del empleador.
¿Qué implicó este escenario para los deportistas? Al suspenderse la relación entre ellos y la administración del club, no existió comunicación entre las partes, lo que significaba, que los jugadores no recibieran pautas físicas, por lo mismo, la preparación deportiva pasó a depender de la voluntad de cada profesional.
A mediados del mes de julio se aprobó por parte del del Ministerio del Deporte el protocolo de regreso a los entrenamientos. Fue Cecilia Pérez ministra de la cartera, quien entregó la información y fue así como diez clubes iniciaron el regreso a las prácticas deportivas presenciales. Colo Colo por su parte comenzaba el retorno en desventaja, ya que los futbolistas durante dos meses no realizaron trabajos deportivos guiados por el club, cuestión que se vio evidenciada una vez iniciada la competencia oficial.
Para fines de agosto se dio el regreso del Campeonato Nacional y el Cacique de entrada comenzó a mostrar falencias en su juego y en la parte física de sus futbolistas. En el primer encuentro cayó derrotado por el colista del torneo Santiago Wanderers 2-3 en el Estadio Monumental.
Con Gualberto Jara como director técnico, quien hasta antes del receso a causa de la pandemia se encontraba trabajando en las divisiones inferiores del club, el equipo continuó mostrando un irregular rendimiento.
Un empate como visita ante el archirrival Universidad de Chile y una nueva derrota como local ante O’Higgins de Rancagua era el negativo registro de Colo Colo a mediados de septiembre. La crisis se agudizaba con el equipo ocupando las últimas posiciones de la tabla. Era claro que plantel y director técnico no eran capaces de sostener el barco.
El triunfo ante Peñarol por Copa Libertadores de América por 2-1 el 15 de septiembre en el Estadio Monumental algo apaciguó la situación. La presión aumentaba y los hinchas se hacían sentir a través de las redes y de manera presencial a las afuera del lugar de entrenamiento.
Luego de tres nuevas derrotas seguidas, dos en competencia internacional y una caída más en la liga chilena, obligó a la dirigencia del club a contratar a un nuevo director técnico. El elegido fue el argentino-boliviano Gustavo Quinteros, quien en 2019 se consagrara campeón en Chile dirigiendo a Universidad Católica y que luego de emigrar a dirigir a México quedara sin club a mediados de 2020.
Hasta el partido con Antofagasta en el norte, Quinteros ha dirigido un total de 14 partidos, con un 33% de rendimiento. Porcentaje obtenido tras cuatro triunfos, cuatro empates y seis derrotas.