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Opinión

Católica tricampeón: todo se equilibra al final

AS Chile / El Dínamo

Por Luis Casanova, periodista

El torneo de fútbol chileno 2020 será recordado, primero, porque terminó el 2021 y sin público en los estadios por culpa de la pandemia mundial del Coronavirus. Segundo, porque los dos clubes más populares del país, Colo-Colo y U. de Chile, hicieron noticia por su lucha para evitar el descenso. Tercero, por el bajo nivel exhibido de todos los equipos. Cuarto, por la oportunidad histórica que se farreó U. La Calera para alzarse con el título. Y quinto, por el merecido tricampeonato obtenido por U. Católica.

Lo curioso del logro de los cruzados radica en la forma como terminó jugando, mal, y contraviniendo lo que desde siempre ha sido su marca registrada. Hablamos del buen toque de balón, esquemas ofensivos, muchos goles, talento, lujo y espectáculo.

Así la UC tuvo que haber ganado las copas ’94 y ’95, célebremente recordadas por los “errores” arbitrales que favorecieron a la “U” del Lulo Socías. O el certamen del ’89, cuando en los pastos de San Carlos se formó un mediocampo soñado con Mario Lepe, Fabián Estay, la Vieja Reinoso y el Coke Contreras. Y ni hablar de los primeros lugares perdidos por diferencia de goles en pleno siglo XXI o las dolorosas definiciones perdidas ante albos y azules teniendo todo el fútbol y el viento a favor.

Pero no. El bicampeonato obtenido con Mario Salas y, en particular, el tricampeonato coronado recientemente por los de la franja, con tres técnicos distintos, se logró con esa loba suerte que antes otros gozaban, pero también con eficiencia defensiva, pragmatismo, tiraje a la chimenea y eso de jugar en la cornisa esperando el empate o aferrándose a la ventaja mínima. Bien a la uruguaya. Obvio, importa más ganar y lucir mal que perder jugando bien y quedarse con ese premio tan imbécil que consiste en ser campeón sin copa, tipo Holanda.

Ariel Holan, Director Técnico de Universidad Católica

En eso el DT Ariel Holan lo hizo bien. Consiguió la meta y eso es lo que están celebrando los hinchas. Sin embargo, el análisis no puede ser tan precario, porque si se quiere ganar algo a nivel internacional, que es lo que importa realmente, no basta con el azar o que los demás se caigan, como pasó con la clasificación a la Sudamericana, que fue una oda a la suerte más allá de la “chilena” de Zampedri en el partido ante Inter de Porto Alegre.

Cuando no hay convicción en el juego se pierde como ante Vélez, Palestino y O’Higgins o se produce una opaca seguidilla de empates, donde parecía que se venía la noche para los cruzados caballeros.

Solo la vocación de jugar bien al fútbol y pensar en el arco rival más que en el propio hace posible tocar la gloria. Y en ese ítem, solo el segundo tiempo ante Sol de América, estando 1 a 0 y con un jugador menos, se conjugó ese verbo. En lo demás primó el egoísmo, la avaricia y el exceso de confianza. En suma, ser ratón.

Lo bueno para la UC es que luego de aceptar la injusticia y tragar el veneno, todo se equilibró al final.

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